martes, 5 de agosto de 2014

Camina el hombre



Moja el futuro sus tenues madrugadas en algún punto
alrededor de un monstruoso lago recostado
en un lecho fangoso y…  agotadora es la arena;
sobre ella camina un hombre siguiendo su orilla.
Mojan sus pies laxas moléculas de agua
pacientes en el devenir pausado;  
descalzos miran al cielo sus dedos.

Siempre solo, hay un hombre que camina
por el borde de un lago, su centro a la izquierda.
Un bosque abstraído se rebela del terreno
al otro lado de los suspiros que nacen del origen,
y se alimentan de la muerte que los insectos arrojan
en los domingos ociosos de los peces de ciudad.
Grita levante el bosque en su corteza
mientras el hombre, que no desfallece, busca,
el futuro, varado, alrededor de un  mar pequeño.
Sabe el hombre que llegará y hallará despierto
el pedazo tardío del presente aún humeante,
bailando al son de los tristes ángeles caídos.
Será allí donde deje el hombre de soñar poemas,
Allí será donde deje de pensar versos el hombre.

Pero resulta, que tenemos al hombre al filo
de una sima mojada, tan torpe. Camina
sin mirar el misterio, sin contestar al grito
afilado; sin adentrar al menos sus rodillas
donde aún mora el eco ancestral de la existencia.
Camina el hombre siguiendo la orilla que le lleve al futuro.


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