viernes, 9 de agosto de 2013

La mar no se bebe.


Combatir la soledad. Una mañana cualquiera en algún remoto lugar del mundo. Con su nombre adherido al corazón y dos sonrisas infantiles como toma de tierra. Mojarse los labios con las profundidades de una barrica lejana educada en otra lengua y otros sudores. No se puede combatir la soledad ni se puede encontrar solidaridad alguna para ciertos estados del espíritu. Uno quisiera beberse el mar tal y como es, si se dejara. Pero el mar no se bebe. Se soporta, a duras penas. El mar es un golpear constante y un recordar que nada se es, que nada importa. Es cuando uno ve, de lejos, la cercanía de la tierra que se añora durante días, cuando la adrenalina acude rauda a los instintos y uno quisiera no tener que combatir la soledad para no tener que recurrir a ello. Y uno no quisiera tener pulsión literaria alguna para vivir plenamente. Porque escribir es querer guardarse siempre algo, dejarse los últimos espasmos orgásmicos para un tercero. No quisiera, pero sólo el alcohol cura las heridas. Ya sé que ni lo comprendes ni lo compartes. Como sé que ni puedes comprender el dolor y la soledad más profunda. Lo siento. Lo siento. Pero es cuestión de química. Una cuestión de serotonina. Una cuestión vital. Perdóname ciertos alivios si me quieres entero y con el corazón fuerte.

Atracado y escuchando "La legionaria" de "La Canalla". Acordándome de ti. De cuando los días eran felices, íbamos en coche y yo cantaba con tu sonrisa haciéndome los coros. Pero qué grande es tu sonrisa y qué lejos la tengo. Bebo sin un tope, como queriendo acercar los momentos que se dieron, o los que se quisieran vivir.

Para mi pequeña Cleopatra VII Filopator. Sacrifico mi fortaleza a tus sinsabores y a tu escaso verano. Si te idolatro es porque lo mereces. Y porque envidio que tu camino sea camino y no efímera estela que se desintegra en pocas millas. Lo mejor de todo es saber que tu futuro es el futuro y que la verdad se escribe con tu nombre y que los sueños sueñan con tus sueños y que los límites serán los que tus ojos crean percibir. No me corta decir que eres una de las mejores cosas de mi vida.


Cada año es una destrucción. Cada whiskey es morirse para vivir. Pero es peor dejarse morir. Ya sé que no lo entiendes. Entender esto es estar dentro del delirio de una irrealidad africana insoportable. Quisiera que no fuera así. Quisiera que el dolor... no sabéis qué es el dolor. Quisiera tener menos para escribir. Quisiera que mi amigo no se pareciera a mí. Os echo de menos. Ya sabéis quiénes. Me desmorono. El color del dinero. El algún lugar de África. Las nieves del Kilimanjaro. La piel negra no suda, llora por la piel. África duele por lo bajini. ¿Y qué tiene que ver esto con un pedazo de tierra sobre un Atlántico incipiente? ¿Qué tiene que ver esto con el corazón de Cádiz en una feliz mañana de domingo? La vida me cobra caro lo que le quito. 

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